El tatuador profesional se enfrenta a un nuevo reto cada vez que va a realizar una nueva creación sobre la piel de un nuevo cliente, y es que cada persona tiene unas formas y unas características e incluso particularidades muy concretas que hacen que no podamos concebir el dibujo sobre la piel como un aprendizaje estático o una ciencia exacta, sino que en cada caso deberá existir una completa adaptación a cada trabajo, aunque también debemos tener en cuenta que hay un patrón que se repite prácticamente en todos los casos y es que siempre habrá unas partes del cuerpo más difíciles de tatuar que otras.
Cuáles son las partes del cuerpo más difíciles de tatuar
Cuando buscamos determinar cuáles son las partes del cuerpo más difíciles de tatuar, lo primero que debemos tener en cuenta es la dimensión del tatuaje que vamos a realizar.
Si se trata de un tatuaje pequeño, hay zonas que pueden llegar a ser verdaderamente complicadas como por ejemplo los párpados, el interior de los labios o incluso en los ojos.
Además de la peligrosidad de estos tatuajes y la dificultad para garantizar una correcta cicatrización, hay que tener en cuenta que se encuentran ubicados en zonas poco accesibles y que van a ser incómodas tanto para tatuador como para tatuado.
Si se trata de un tattoo grande, las extremidades suelen ser lo más complicado, ya que cuentan con espacios más limitados por lo que hay que conseguir la continuidad en toda la forma, algo que puede llegar a ser bastante difícil.
Las piernas, la zona compleja por excelencia
Por norma general, cada tatuador considera más difíciles unas zonas que otras, pero lo cierto es que existe una opinión bastante generalizada de que las piernas son las más difíciles de tatuar si se trata de tatuajes medianos y grandes.
Debemos darnos cuenta de que la pierna es algo similar a un cilindro, lo que quiere decir que no tiene caras planas para poder dibujar con mayor facilidad, sino que es un lienzo por el que nos tenemos que ir desplazando pero siempre guardando la proporción y las formas, algo que puede ser mucho más complicado de lo que parece en un principio.
A esto se le une que las piernas se mueven bastante a lo largo del día, lo que quiere decir que el tatuaje se tiene que diseñar de manera que sea y transmita lo que queremos tanto cuando el cliente está parado ya sea de pie o sentado, y por supuesto también cuando están dando, corriendo realizando cualquier actividad, lo cual es sin duda un reto verdaderamente considerable.
La relación entre la dificultad y el dibujo para convertir un tatuaje en una obra de arte
Precisamente a los buenos tatuadores lo que les gusta son los retos, y es que es a través de ellos cuando se puede conseguir alcanzar la excelencia, lograr dar vida a esa obra única y exclusiva que permanecerá en la piel del cliente durante toda su vida.
En estos casos no hablamos tan sólo de un tatuaje, sino de una nueva experiencia cada vez, algo que provoca la creatividad del artista que acepta este reto y lo convierte en la base de su nuevo éxito.
El crecimiento del tatuador precisamente se basa en su capacidad para hacer frente a lo difícil, como es el caso del popular tatuador Abel Miranda, que considera que precisamente las piernas son una de las partes del cuerpo que prefiere para trabajar por la versatilidad que ofrece al contar con una reflexión, mayor movimiento y dos vistas una frontal y otra trasera.
Estos son los ingredientes que precisamente hacen que tatuar las piernas sea más difícil, pero a la vez también aportan una mayor vida y permiten crear tatuajes verdaderamente asombrosos.